PILAR URBANO, A LOS HECHOS
Suele ser
habitual recurrir a la frase de un discurso del pensador español José Ortega y
Gasset para fotografiar la peculiaridad argentina de la charla, el cafelito, la
digresión y la aplicación del incontestable dicho “a la parálisis por el
análisis”. Pareciera que Ortega solamente hubiera dicho aquella frase en sus
numerosos discursos porteños seguidos con pasión por un público capaz de
aguantar a la entrada del teatro el tiempo que hiciera falta como ahora se
puede hacer con un afamado conjunto de rock. La frase del discurso de Ortega
era en realidad una arenga de cuatro palabras: “Argentinos, a las cosas”,
recordando lo mucho por hacer en aquel inmenso y hermoso país.
Desde
entonces, la arenga se ha repetido y aplicado hasta la saciedad, entrando a
formar parte de los latiguillos de los que un periodista y un medio de
comunicación deben huir como de la peste. Por ejemplo: “Tal y tal, crónica de
una muerte anunciada”, o “el espía (cantante, político, escritor) que llegó del
frío” o “es la economía (sustitúyase por lo que convenga) estúpido”, o
“argentinos (sustituible), a las cosas”.
Conforme la
polémica generada por el libro de Pilar Urbano, una bofetada en todo el belfo
al Rey Juan Carlos, se va deshilachando con el paso de los días y al compás de
unos hechos (declaraciones, cartas, anotaciones, desorientación posterior del presidente dimisionario Adolfo Suárez) que van tomando cuerpo de
veracidad, amaina el estupor de los primeros momentos. La andanada contra la
Corona en plan Sexta Flota americana va dejando paso a la sensación de
hallarnos ante un nuevo montaje al estilo del que se inventó Jordi Évole en la
Sexta (canal de televisión que por cierto pertenece a Planeta, la misma
editorial que publica el torpedo “pilarista” contra el Rey) sobre el golpe de
Estado del 23─F. Con la diferencia de que Évole confesó al final la mentira de
los hechos expuestos en un programa que conmocionó a la audiencia.
Pilar Urbano,
autora del libro “La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey
prefiere no recordar”, es periodista de imaginación
volandera. Un tropel de datos, desde distintos frentes, han salido a la caza de
sus errores anteriores y presentes. Hay quien ha recordado el empeño de Pilar
por considerar el accidente de aviación en el monte Oiz como un atentado etarra
y no pocas anécdotas más aventadas ahora. A mí me llamó la atención en su
entrevista en El Mundo (el mismo diario, por cierto, que está desmontando sus
argumentos a base de cartas, anotaciones y hechos) que metiera al Rey más en la
charca con una alusión a la advertencia que Juan Carlos le hizo a la vedette Bárbara Rey
para que no llevara a sus hijos al colegio el día 23 de febrero de 1981… cuando
los hijos de Bárbara nacieron después de esa fecha.
Si
este dato, revelador de la imaginación volandera de la autora, no es suficiente
para poner bajo sospecha la veracidad de las 900 páginas del libro es porque
los españoles somos de una credulidad preocupante. Por supuesto que en el libro
existen situaciones reales, pero la obcecación de Urbano por dirigir su punto
de mira hacia unas supuestas horribles relaciones del Rey y Adolfo Suárez yerra
ante las revelaciones que Adolfo Suárez hijo (autor de la foto que acompaña este texto) se ha visto obligado a hacer con
aportación de pruebas.
Que al
Rey le calentaban los oídos a diario, por supuesto; que pudiera comentar con los
generales, en plan cuartelero, la imposibilidad de seguir en un escenario de
atentados diarios y políticamente vodevilesco, no sería extraño; que las
relaciones con su jefe de Gobierno no fueran en el verano de 1980 como en los
años anteriores, también; que tuvieran discusiones (normales, no tabernarias
como describe Pilar), entra dentro de la lógica; que el Rey respetaba al
general Armada, su preceptor y consejero, está fuera de toda duda; pero que el
golpe de timón saliera de la Zarzuela, sabiendo el Rey que a su abuelo, Alfonso
XIII, le costó la corona una operación similar con el general Primo de Rivera
es otro modo de insulto al monarca.
No entro a valorar la oportunidad de la publicación del libro, cuando sus principales personajes han fallecido. Casi
un centón de libros se ha escrito sobre el 23─F, bastantes de ellos copiando a
otros; algunos iniciando el intento de Pilar Urbano de reescribir la historia contra la Corona.
Pero cuando hoy, la excelente periodista y experta en la Transición, Victoria
Prego, ha mostrado y comentado en El Mundo las anotaciones de un Adolfo Suárez,
dimisionario presidente del Gobierno, noqueado el 24-F por las informaciones que
recibe, pensando todavía en la Operación Galaxia de tres años antes y
desconocedor del papel de Armada en todo el asunto me he despojado de dudas.
Pilar Urbano ha querido travestirse de Évole y no ha sabido elegir el traje,
traicionada por su volandera imaginación y quizás sus rencores ocultos. Así que Pilar ─y mira que no te lo
voy a repetir─, a los hechos y deja a otros que se solacen en las charcas. A ti,
a quien conocí en ABC en 1975, no te pega.
Lo publico en FB: estupendo análisis.
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