MÁS MILAGROS QUE PAPAS
Parece que con
la ceremonia ecuménica de los cuatro Papas (un italiano, un polaco, un alemán y
un argentino) el milagro se hubiera encarnado en el alma de los creyentes, por
lo que no creo que sea el momento de subrayar las divergencias y matizaciones
sobre el magnífico tinglado de las religiones, tan antiguo como la Humanidad y
tan arraigado en las conciencias como el mal, la belleza, la codicia o el
hambre. Pero estos milagros de ahora impiden ver el bosque de los que a diario
nos rodean, nos atosigan o nos confortan.
Si un milagro
es un hecho maravilloso y extraordinario sin una explicación racional, excepción
hecha de los científicos, los técnicos y los expertos que sí conocen sus
fundamentos racionales, el común de los mortales está rodeado de ellos, sin
apenas darnos un descanso. Ahora mismo, mientras escribo, revolotean por mi
estudio unos correos electrónicos
que pronto se convertirán en palabras y me
avisarán con un pequeño timbre de su presencia.