EL FISCAL NISMAN MURIÓ LA VÍSPERA
Se podría parafrasear al Zavalita de
“Conversación en la Catedral”, de Vargas Llosa, y preguntarse: “En qué momento
se jodió la Argentina”? El peronista Carlos Menem, presidente argentino de 1989
a 1999, solía decir ante acontecimientos que podían irse de las manos o
simplemente imprevisibles la frase “Nadie muere la víspera”. Pues bien, en otro
sentido, el fiscal federal Alberto Nisman, sí murió la víspera, la víspera en
que debía probar ante el Congreso argentino sus acusaciones contra la
presidente Cristina Fernández de Kirchner y otros altos cargos del kirchnerismo
por sus presuntas componendas con el régimen iraní a raíz del atentado contra
la Asociación Mutualista Israelita Argentina (AMIA) que costó la vida de 85 personas
en 1994. El que está considerado el mayor atentado terrorista de la historia
argentina estuvo precedido, dos años antes, por el ataque contra la embajada de
Israel en Buenos Aires que convirtió en escombros la legación y causó la muerte
de 29 personas. Ambos atentados, perpetrados durante la presidencia de Menem, quedaron
impunes pese a que las sospechas se dirigieron siempre contra el régimen de los
ayatolás iraníes.