martes, 21 de mayo de 2013


LA ROCAMBOLESCA VISITA DEL ALMIRANTE MASSERA A ESPAÑA  (y II)

La idea de atender al almirante retirado Massera y escuchar sus propuestas había llegado al Gobierno y derivada a Ventura Olaguíbel a través de elementos de la CGT peronista en París con el señuelo en esta ocasión de lo importante que sería liberar a los españoles que estuvieran presos o localizados coincidiendo con la polémica y contestada visita que el 26 de noviembre efectuarían los reyes de España a Argentina en el marco de una gira que comenzaba en Méjico, proseguía en Perú y concluía en el país de la Pampa. En esas fechas de septiembre todavía no se me dio a conocer el nombre del mediador que llevaría adelante la operación.
     Las investigaciones resultaron más dificultosas de lo previsto. A partir de mis indagaciones cerca del IEPALA (Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África), cada uno de los organismos de ayuda a personas presas o desaparecidas tenía su propia lista de españoles en esa situación y fue necesario cruzar los datos para tejer una lista única, consensuada, con el problema adicional de la transcripción de algunos apellidos (en unas aparecía un Munuzurri y en otras un Munusuri, por poner un ejemplo) y con la sorpresa de que el número de presos y desaparecidos de los organismos solidarios resultaba menor del que se tenía por seguro.
     Tal como escribí entonces, “la base de las pesquisas era la famosa lista ‘de los diez mil’ presentada por el secretario de Estado norteamericano Cyrus Vance a las autoridades argentinas. En esa lista se reflejaban los nombre de miles de personas de todas las nacionalidades presas o ‘desaparecidas’ durante los primeros meses de la toma del poder por los militares. Otra fuente barajada al principio procedía de las apreciaciones vertidas por el enviado especial de Cambio16, el malogrado Cuco Cerecedo, quien habló de cientos de españoles presos y secuestrados por las fuerzas represivas de la Junta”.
     Sin embargo, los datos que pude recabar arrojaron ocho presos y 31 desaparecidos cuyos nombres publiqué en la primera información del diario del 11 de octubre de 1978. Que yo sepa, ningún otro medio de comunicación se hizo eco de la historia, incluso cuando un mes después informamos de la salida del almirante Massera, que había permanecido de incógnito en Madrid desde el 30 de octubre en un lujoso hotel e inscrito con su nombre, aunque con una sorprendente nacionalidad peruana.
     La última información daba cuenta de sus entrevistas con el presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez; con el secretario de Relaciones Internacionales de UCD, Javier Rupérez, y con José Ventura Olaguíbel quien fue el encargado de entregarle la lista que habíamos conseguido confeccionar en La Vanguardia. La entrevista con Suárez discurrió por los mismos cauces que con Giscard puesto que el entonces presidente del Gobierno huía como la peste de un encuentro público con el exmiembro del triunvirato militar argentino. De ahí que Moncloa nunca llegara a aceptar que la entrevista se hubiera producido.
     El método que utilizó tanto en Francia como en España era similar. Según el autor de “Almirante Cero”, en su entrevista con Giscard el marino en retiro comenzó subrayando “la afinidad que existía entre su pensamiento y las posiciones manifestadas por Giscard en su reciente libro Democracia francesa, que en ese momento se había puesto de moda entre los militares argentinos y sus asesores civiles”.
     En Madrid, por el contrario, y según la información que me transmitió Olaguíbel “no ocultó su predilección por una salida socialdemócrata para la actual situación argentina”. A cada uno su canción.
     En la información aparecida el 4 de noviembre de 1978 se daba a conocer que seis de los ocho presos españoles habían sido liberados por la Junta sin el concurso -según se aseguró- del almirante Massera. En la información del 7 de noviembre se añadían otros dos nombres, los de Enrique García Ruiz y Javier Federico Negro Asensio, españoles nacidos en Argentina. Mis posteriores años de residencia en aquel país me hacen sospechar ahora que Negro no sería un apellido sino un mote al que tan aficionados son los argentinos (el “mono” Burgos, el “cholo” Simeone, la “pulga” Messi, el “turco” Menem…)
     No obstante, la prensa española seguía insistiendo en que el Rey intercedería “por los ocho presos políticos aún pendientes de liberación”, según decía en su crónica desde Cuzco (Perú) Pablo Sebastián en El País. Obviamente, esa cifra de presos había salido de nuestras investigaciones en La Vanguardia que nadie recogió.

Curiosamente, 34 años después, el pasado 22 de noviembre, se presentó en Buenos Aires el libro “Rapsodia para no olvidarte”, de María Consuelo Castaño Blanco como homenaje “a los cerca de 200 españoles víctimas de la última dictadura militar”. O sea que posiblemente Cuco Cerecedo tuviera finalmente razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario