jueves, 22 de enero de 2015


EL FISCAL NISMAN MURIÓ LA VÍSPERA

Se podría parafrasear al Zavalita de “Conversación en la Catedral”, de Vargas Llosa, y preguntarse: “En qué momento se jodió la Argentina”? El peronista Carlos Menem, presidente argentino de 1989 a 1999, solía decir ante acontecimientos que podían irse de las manos o simplemente imprevisibles la frase “Nadie muere la víspera”. Pues bien, en otro sentido, el fiscal federal Alberto Nisman, sí murió la víspera, la víspera en que debía probar ante el Congreso argentino sus acusaciones contra la presidente Cristina Fernández de Kirchner y otros altos cargos del kirchnerismo por sus presuntas componendas con el régimen iraní a raíz del atentado contra la Asociación Mutualista Israelita Argentina (AMIA) que costó la vida de 85 personas en 1994. El que está considerado el mayor atentado terrorista de la historia argentina estuvo precedido, dos años antes, por el ataque contra la embajada de Israel en Buenos Aires que convirtió en escombros la legación y causó la muerte de 29 personas. Ambos atentados, perpetrados durante la presidencia de Menem, quedaron impunes pese a que las sospechas se dirigieron siempre contra el régimen de los ayatolás iraníes.
         Si algo entretenido tiene Argentina es que por cerca que se encuentre del abismo y por graves que sean los acontecimientos rápidamente se dispara una enredadera de conjeturas, suposiciones, teorías conspirativas y acusaciones, todas ellas aparentemente tan bien fundadas que pueden pasar 20 años del atentado contra la AMIA o 22 contra la embajada de Israel sin que se sustancien responsabilidades ni se detenga a los culpables como un ejemplo sublime de impunidad. Y en el centro de la maraña, un nombre paraliza incluso  a quien los dice: “los Servicios”, entendiéndose por tales los servicios de inteligencia, normalmente enfrentados en facciones y tan poderosos que constituyen el verdadero poder en la sombra de todo el entramado de poderes e intereses. Un poder al que hay que añadir un comensal voraz: el creciente protagonismo del narcotráfico.

       Conforme pasan las horas, a la población argentina le van quedando cada vez menos dudas de que el fiscal federal Alberto Nisman, encargado por el anterior presidente, Néstor Kirchner, de desenredar la madeja del atentado contra la AMIA, fue “suicidado” o inducido al suicidio en un episodio en el que se aúnan una serie de indicios y torpezas de difícil calificación: la petición a un colaborador (de los Servicios) de una pistola calibre 22 dos días antes; la ausencia de rastros de pólvora en las manos; la lista de la compra para la empleada; las horas transcurridas entre los intentos de sus escoltas en abrir la puerta del apartamento y el descubrimiento del cadáver; la presencia del secretario de Seguridad en el piso del “suicida” antes que jueces y forenses; las declaraciones del cerrajero sobre la facilidad para abrir la puerta de servicio; el pasadizo del aire acondicionado... Da la impresión de que las cosas se hubieran hecho deliberadamente mal para culpar a determinados sectores del Gobierno o de los Servicios.

         Aparte del propio Nisman y su familia, han sido la presidenta, el Gobierno y la fe en las instituciones los grandes perdedores de este cúmulo de dislates que echa de nuevo a la sociedad argentina en el diván del psicoanalista para indagar las razones de tanta miseria en uno de los países más hermosos de la Tierra. Un país en el que recurrentemente siempre hay alguien que dice: "La única salida posible a esta situación es... el aeropuerto de Ezeiza." 

5 comentarios:

  1. Y en España nos quejamos. Esto me trae aquellos versos....

    Cuentan de un sabio que un día
    tan pobre y mísero estaba,
    que sólo se sustentaba
    de unas hierbas que cogía.
    ¿Habrá otro, entre sí decía,
    más pobre y triste que yo?;
    y cuando el rostro volvió
    halló la respuesta, viendo
    que otro sabio iba cogiendo
    las hierbas que él arrojó

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    1. Es verdad, Guillermo. Lo sorprendente es que las sociedades de tales países lo terminan digiriendo todo hasta que lo hacen suyo y normal.

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  2. ¿No nos encontramos nosotros en permanente rumiado de situaciones igual de surrealistas pero menos sangrientas?
    La reaparición en su día de Roldán reencarnado en en sí mismo fue un espaldarazo a nuestra confianza colectiva, como lo será la supervivencia de Bárcenas.
    Somos la Europa empobrecida pero civilizada!

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    1. La impunidad con la corrupción en Argentina es bien conocida y mayor aún que la nuestra, que ya es decir. Pero la impunidad por el mal manejo de los gobernantes y la falta de voluntad de la justicia en investigar los crímenes alcanzan cotas difícilmente soportables.

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