RUIZ─GALLARDÓN: EL ESCORPIÓN Y LA RANA
(Por cierto, la habilidad de
Rajoy para esquivar la responsabilidad de las leyes y las actuaciones más
controvertidas cargándoselas al haber de sus ministros es de manual)
Gallardón engañó a todos: a los
de su partido y a los de la oposición. En las encuestas del Centro de
Investigaciones Sociológicas anteriores a la segunda victoria de Rodríguez
Zapatero, Alberto Ruiz─Gallardón se revelaba el político con mejor imagen nacional
de todo el espectro político.
Jesús Polanco y el poderoso grupo Prisa prohijaban a este político con olfato, culto, melómano, con buena presencia, capaz de acometer grandes, temerarias empresas, como el Metro Sur durante su presidencia de la Comunidad de Madrid, o la remodelación de la M─30, el proyecto Madrid Río o el cambio de sede del Ayuntamiento durante su etapa de alcalde de Madrid. Tanto padrinazgo del Grupo Prisa le costó el apelativo de socialdemócrata, insufrible insulto para la derecha en ejercicio y para un simulador de tomo y lomo como él.
Jesús Polanco y el poderoso grupo Prisa prohijaban a este político con olfato, culto, melómano, con buena presencia, capaz de acometer grandes, temerarias empresas, como el Metro Sur durante su presidencia de la Comunidad de Madrid, o la remodelación de la M─30, el proyecto Madrid Río o el cambio de sede del Ayuntamiento durante su etapa de alcalde de Madrid. Tanto padrinazgo del Grupo Prisa le costó el apelativo de socialdemócrata, insufrible insulto para la derecha en ejercicio y para un simulador de tomo y lomo como él.
Cuenta quien viajaba con él en su
coche oficial de la Comunidad de Madrid que el conductor se atrevió a sugerirle
algunas rutas alternativas. Según la versión del acompañante, don Alberto no
dudó en llamar a su secretaria para que le comunicara ella al chofer que se
abstuviera éste de dirigirse a tan egregio pasajero sin mediar consulta o
permiso. A partir de esta infidencia comencé a tildar de despotismo ilustrado
(todo para el pueblo, pero sin el pueblo, se decía) las actuaciones de este político
a quien Albert Uderzo, dibujante de los cómics de Asterix, podría haber
dibujado de perfil cesáreo con la nariz respingada como si apestara cuanto le
llegaba a tan sublime napia.
Con el paso del tiempo, este
verso suelto del PP, como gustaba definirse, se fue abriendo paso hacia la
política nacional merced a su manifiesta enemistad con la, a la sazón,
presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y su apoyo a Mariano
Rajoy, que llegado al poder lo colocó en un Ministerio desde el que pudiera
hacer todo tipo de tropelías. Como titular de Justicia, Gallardón les ha dicho
a los españoles que no son iguales ante la Ley, puesto que sólo quien tenga
dinero podrá litigar previo pago de unas tasas que para los sectores más
necesitados y desvalidos constituyen un muro infranqueable en su acceso a la
administración de Justicia. Como titular de Justicia, Gallardón ha emprendido
la reforma más ultramontana de una Ley del Aborto que había mejorado
sensiblemente la de 1985, en la que la ausencia de plazos permitía en según qué
circunstancias la interrupción del embarazo en cualquier estadio del mismo.
Cuando fue nombrado ministro de
Justicia, Ruiz─Gallardón se apresuró a declarar que era el último cargo
político que asumía: con Rajoy había llegado al Gobierno y con Rajoy se iría
del Gobierno. Una declaración que a muchos les recordó los alegatos del
escorpión de la fábula de Esopo que pidió a la rana que le ayudara a atravesar
el río. Cuando le clavó el aguijón que llevaría a ambos a la muerte, el
escorpión se disculpó: “Lo siento, no lo pude evitar. Está en mi naturaleza”.
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