jueves, 4 de octubre de 2018


HORARIO BIOLÓGICO
(Del libro en preparación Donde se cruzan los caminos)

Cada seis meses los perros de Madrid y de casi toda la Unión Europea se llevan unos sustos de muerte con el cambio horario decretado por Bruselas hace unos años, aunque en Europa se lleva aplicando desde el primer disgusto del petróleo en 1974. Es que no se acostumbran y en el Retiro no hablan de otra cosa. Aseguran sus detractores que el cambio de hora, ya adelantando el reloj, ya atrasándolo, incide brutalmente en el reloj biológico de los animales y también de los humanos hasta el punto de que los trastornos que les ocasionan traducidos a remedios médicos vienen a equilibrar el presunto ahorro energético que se persigue. Y que además con tanto trasteo del cronómetro fisiológico se termina enloqueciendo el proyecto vital programado para los humanos, es decir, que si se tiene una expectativa de vida de 80 años, un suponer, el traqueteo horario de los gobiernos, los vuelos intercontinentales, con su “jet lag” por ir contra el tiempo o a su favor, más los disgustos propios del vivir, terminan desorientando el delicado mecanismo de relojería que salvo accidente o imprevisto tiene cuerda determinada. Eso dicen los detractores, que prefieren regirse por lo natural y huyen de los inventos como de la peste.
Los defensores del sistema, además de hablar del apreciable ahorro energético para los países –porque en el ámbito particular, las facturas de la luz y el gas cuestan lo de siempre, es decir, mucho- aseguran que la existencia del cambio horario como la de los vuelos trasatlánticos distrae poco o nada a nuestra biología, continuamente adaptada a los cambios: del palo a la piedra, del hacha a la lanza, del arco a la ballesta, del arcabuz al misil inteligente. Y además consideran que los trasnoches juveniles de fin de semana son infinitamente más perjudiciales para su ritmo circadiano y su sistema nervioso que la sensación de no poderse despegar de la cama cuando suena el despertador hasta que sus manecillas obliguen a las nuestras a marchar acompasadas.
Con ser serio el debate, otros acontecimientos se han adelantado a la directiva europea horaria, como la “conmoción y el pavor” de la guerra y los desastres políticos que están desfigurando algunos “cuadros de situación” que se consideraban inalterables hace unos meses, si bien la preocupación no viene tanto por el desarreglo del reloj planetario, sino por el nombre del relojero.

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