HORARIO BIOLÓGICO
(Del libro en preparación Donde se
cruzan los caminos)
Cada seis meses los
perros de Madrid y de casi toda la Unión Europea se llevan unos sustos de
muerte con el cambio horario decretado por Bruselas hace unos años, aunque en
Europa se lleva aplicando desde el primer disgusto del petróleo en 1974. Es que
no se acostumbran y en el Retiro no hablan de otra cosa. Aseguran sus detractores
que el cambio de hora, ya adelantando el reloj, ya atrasándolo, incide
brutalmente en el reloj biológico de los animales y también de los humanos
hasta el punto de que los trastornos que les ocasionan traducidos a remedios
médicos vienen a equilibrar el presunto ahorro energético que se persigue. Y
que además con tanto trasteo del cronómetro fisiológico se termina
enloqueciendo el proyecto vital programado para los humanos, es decir, que si
se tiene una expectativa de vida de 80 años, un suponer, el traqueteo horario
de los gobiernos, los vuelos intercontinentales, con su “jet lag” por ir contra
el tiempo o a su favor, más los disgustos propios del vivir, terminan
desorientando el delicado mecanismo de relojería que salvo accidente o
imprevisto tiene cuerda determinada. Eso dicen los detractores, que prefieren
regirse por lo natural y huyen de los inventos como de la peste.
Los defensores del
sistema, además de hablar del apreciable ahorro energético para los países
–porque en el ámbito particular, las facturas de la luz y el gas cuestan lo de
siempre, es decir, mucho- aseguran que la existencia del cambio horario como la
de los vuelos trasatlánticos distrae poco o nada a nuestra biología,
continuamente adaptada a los cambios: del palo a la piedra, del hacha a la
lanza, del arco a la ballesta, del arcabuz al misil inteligente. Y además
consideran que los trasnoches juveniles de fin de semana son infinitamente más
perjudiciales para su ritmo circadiano y su sistema nervioso que la sensación
de no poderse despegar de la cama cuando suena el despertador hasta que sus
manecillas obliguen a las nuestras a marchar acompasadas.
Con ser serio el debate,
otros acontecimientos se han adelantado a la directiva europea horaria, como la
“conmoción y el pavor” de la guerra y los desastres políticos que están
desfigurando algunos “cuadros de situación” que se consideraban inalterables
hace unos meses, si bien la preocupación no viene tanto por el desarreglo del
reloj planetario, sino por el nombre del relojero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario