EL CAPITAN RENAULT SE ESCANDALIZA DE NUEVO
Quizás sean ya
un par de generaciones las que disfrutan
una y otra vez de “Casablanca”, la película con más frases para el recuerdo de
las que me parece tener noticia. Desde el “siempre nos quedará París”, pasando
por la pregunta a Rick Blaine (Humphrey Bogart) del mayor Strasser: “¿Cuál es
su nacionalidad?” “Soy borracho”, o la exaltación de Ilsa Lund (Ingrid
Bermang): “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”.
Pero fue el fantástico cinismo del capitán francés Louis Renault (Claude
Rains) el que me ha servido de guía desde su primer visionado para comprender
la política nacional y desde hace un tiempo, también la internacional.
Resultó desternillante, cuando los casos de corrupción comenzaron a
proliferar como setas en nuestro panorama político como resultado de la lenta
pero imparable acción de la Justicia, oír y leer la escandalera de políticos y
medios de comunicación, mesándose los cabellos y desgarrándose sus vestiduras.
¡Pero, bueno, a dónde vamos a ir a parar!, exclamaban los más moderados ante el
rosario de Púnicas, Gürtel, Malayas, Fabras, Emarsas, ERES y tantas otras,
hasta 1700 causas en 2015 con más de 500 imputados o investigados.
España parecía el cuévano de corruptos y corruptores, el lodazal de
Occidente, la excepción europea. Pero no éramos los únicos. Investigadores,
periodistas de investigación, delatores y personas indignadas ante la maraña de
corrupciones han ido destapando casos y situaciones conocidos o intuidos pero
no comprobados hasta su exposición pública.
Desde las filtraciones periodísticas del espionaje al que la Agencia
Nacional de Inteligencia estadounidense (NSA) tiene sometido a todo bípedo que
se mueva sobre la corteza terrestre, canguros y primates incluidos, hasta los
wikileaks y sus hermanos, los sucesivos destapes y primicias han permitido
mirar bajo las alfombras de palacio, olisquear los pretendidos “secretos de
Estado”, descubrir comisiones espurias y corroborar las cuentas corrientes
opacas para constatar la porquería bajo sus flecos.
Las impostadas exclamaciones de asombro, las rimbombantes declaraciones
de políticos, periodistas y representantes de la “beautiful people” y los
denuestos y anatemas subsiguientes han configurado un coro de tal cinismo que
no he tenido más remedio que recordar al capitán francés Louis Renault en su
entrada al garito de Bogart, tocado con su kepis y alertando con su silbato de
la redada que se avecinaba.
RENAULT:
¡Salgan inmediatamente!
RICK:
¿Con qué derecho me cierra usted el local?
RENAULT:
¡Qué escándalo! ¡Qué escándalo! He descubierto que aquí se juega.
CRUPIER:
Sus ganancias, señor. (Entregándole un fajo de billetes bajo mano)
RENAULT: Muchas gracias (metiéndose el
dinero en un bolsillo). ¡Todo el mundo fuera!
Es esta constatación del vicio la que termina produciendo hilaridad.
¿Cómo puede haber una sorpresa tan generalizada de los miles de personajes de
toda índole que llevan sus dineros donde menos puedan perseguirlos sus fiscos
respectivos? De sobra es conocida la red de paraísos fiscales que desde Panamá
a las islas Caiman, pasando por algunos territorios señalados de la Europa
cultivada, sirven de refugio a quienes por miedo, arrojo o simple delincuencia
ocultan sus fortunas fueran de sus países de origen.
Así que ante la escandalera montada en torno a los Papeles de Panamá, es
comprensible que una legión de capitanes Renault se escandalicen, silbato en
los labios y la mano trincona en el bolsillo, al grito: “¡qué escándalo! Hemos
descubierto que las fortunas de todo el mundo se ocultan en paraísos fiscales!”
Como dijo Renault: “Creo que bajo su apariencia de hombre cínico, es usted un sentimental”, aunque pienso que en esas estamos todos puesto que, de alguna manera, ya no nos queda ni Casablanca, ni París, ni la nacionalidad de borracho, ni nos enamoramos mientras el mundo se derrumba.
ResponderEliminarQué lugar ocuparía en el panorama actual la célebre respuesta de la película a: “- ¿Está seguro de que este lugar es honesto?
- Tan honesto como que el día tiene 24 horas”.
"Su negocio es la política…" - diría Blaine- y nosotros que hemos perdido la capacidad de sorprendernos y ya no sabemos ni si vamos o venimos, a la pregunta ¿qué hacemos aquí?, contestaríamos como Bogart: “debe ser que me informaron mal”.